El miedo es una defensa de nuestro cuerpo para “auto
protegerse”. Si tengo miedo, corro, huyo, escapo, puedo dañarme, dañar a otros
seres…porque mi miedo está suelto como un caballo que galopa sin control.
Al igual que se puede domar a un caballo también se puede domar al miedo. Domarlo no quiere decir que desaparezca sino que lo acepto, lo integro y lo trato con amor. La magia del amor puede ayudarte con tu miedo.
Si lo buscas en tu
cuerpo lo encontrarás viviendo en tu barriga y sentirás nervios, de ahí sube al
estómago y te sentará mal la comida o comerás mucho o poco. Luego sube al timo
(al lado del corazón) y te inundará de pensamientos horribles que impregnarán tu cerebro de pánico, dudas, tensión,
ansiedad…que te llevará a no hablar, hablar demasiado a desconcentrarte y quedarte sin ideas, a
estar o quedarte paralizado, paralizada… Así es como estás tú y tu miedo
encerrados en ese agujero de la barriga.
De modo que vamos a intentar aceptar nuestro miedo, quererlo, entenderlo y cuidarlo para que no nos paralice sino que nos ayude a
avanzar en nuestra vida.
Cuando era pequeña yo tenía miedo a que un monstruo me comiera las orejas por la noche y me tapaba toda la cabeza para dormir. Fuí creciendo y aparecieron otros pero el más importante de mis miedos es el miedo a las personas, aquellas que están perdidas y disfrutan haciendo daño.
Ya ves que todos y todas tenemos miedos. No hay que avergonzarse por ello.
Esta semana, vamos a trabajar los miedos con ocasión de la
celebración del día de muertos o difuntos y del día de todos los santos,
santas.
Lo haremos a través de distintas actividades, reflexiones
sobre la vida, la muerte, sobre los miedos de cada uno/a, cuentos de yoga, yoga
monstruoso para reírse con nuestros miedos. Emplearemos la técnica de la luz
negra para “ver” en la oscuridad y perderle el miedo.
Conoceremos a personajes tanto de fantasía, reales y
bíblicos que tienen o pasaron momentos de miedo, como Jonás que escapando de su
misión, por miedo, acabó dentro de la barriga de una ballena. Una metáfora
sobre la necesidad de meditar sobre el miedo que nos dan nuestros actos, nuestro camino. Simón Pedro también tuvo miedo
y negó a Jesús tres veces. Moisés, Elías, Jesús…el miedo no pudo con ellos.
El miedo es de los valientes. Recuérdalo.